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Música, conciertos, visitas y presentaciones

Estas ultimas semanas han venido repletas de música, conciertos, visitas inesperadas y presentaciones.

Viajar a mi tierra (Cáceres), para compartir música con los estudiantes del Conservatorio Profesional “Hermanos Berzosa” es siempre una completa alegría. No todos los días tiene uno la oportunidad de volver a donde empezó, y menos aún de poder ofrecer un pedacito de tu propio aprendizaje a los nuevos alumnos. Me encantó ver que en todos los lugares por pequeños y a veces desamparados que parezcan (para ciertas cuestiones) sigue habiendo gente que apuesta por el arte, la educación y por una manera diferente de ver las cosas. Infinitamente agradecido a Leandro Lorrio y Enrique Tejado por su apoyo e iniciativa, y a todos y cada uno de los profesores y alumnos que participaron en el curso. A demás de todo esto, tuve la suerte de compartir dicho curso con mi amigo Marco Mezquida, (grande) y ver un poco a mi familia y a mis amigos Abel y Sandra. Realmente tres preciosos días que espero se repitan pronto.

El viernes por la tarde volvimos a Madrid e inmediatamente a la siguiente aventura, viaje a Colonia con el Quinteto del Niño Josele. Nuevo repertorio, tremenda expectación y mucho trabajo para poder afrontar este concierto. La música es preciosa y el nivel de exigencia que cada uno de los músicos del quinteto me sorprendió desde el primer momento. Por las circunstancias del mundo en el que vivimos a veces se nos olvida la importancia de ahondar en el detalle (hablo por mi mismo), de no quedarnos en la superficie, y ver de cerca que la gente con la que estas tocando tiene ese compromiso tan especial con la música, esa forma de abordarla, es maravilloso. Todo se aprende de oído y de memoria, y eso es sólo el primer paso necesario para profundizar de tal manera en la música que el propósito deja de ser la interpretación para convertirse en la catarsis, el arte en si mismo.

Llegamos temprano, y después de un breve descanso me encontré con uno de mis mejores amigos de la infancia, Andrés y su novia Marta, que habían venido a verme desde Bruselas. Después de un buen rato con ellos volví al hotel y alguien me dijo que había más de 1500 entradas vendidas (si hacía falta una guinda para más seriedad, esa fue). Al final tocamos y todo fue genial, la primera experiencia grande con el flamenco y más que contento con todo. Me encantó poder compartir con Juan José y José Heredia, Julián Heredia y Guillermo Mcgill.

Tras estos días volví a Madrid y casi sin darme cuenta ya estaba otra vez de viaje, de camino a León para tocar con el Quinteto de Miguel Angel Chastang, el teatro Albéitar completo, y tras el concierto una maravillosa cena (cuando estás cansado de tanto ajetreo es increíble lo que puede hacer un buen vino). Visita fugaz y de vuelta a Madrid, un par de noches con mi querida CMQ Big Band en el Bogui Jazz Club, a veces no me explico como después de más dos años tocando el mismo repertorio te puede seguir sorprendiendo.

Abrazos a todos los que vi estos días y mucha música…