Octeto Doppelgänger

Hace ya casi un par de años (se dice pronto), que estuvimos de gira por México. Casi un mes viviendo en DF, la ciudad en la que posiblemente dimos más conciertos, y mil pequeñas aventuras. Inventamos el lenguaje pingüino, probamos el pulque y el mezcal casero (nuevo nivel), todos pasamos el mal de altura (en realidad nos pusimos malos de comer como bestias, que la comida allí está muy arriba), nos quemamos en las pirámides de Teotihuacan (muy turistas),  y durante nuestra estancia tuvimos la suerte de conocer un poco la escena musical de la ciudad y a algunos de sus representantes.

Cruzar el océano y encontrar en un país completamente nuevo a un maravilloso grupo de locos que apuestan y aman lo mismo que tu, es algo que no tiene precio. Fuimos a un par de jams que organizaban, vimos sus conciertos, nos fuimos de fiesta juntos, hablamos de sus proyectos y los nuestros, y rápidamente congeniamos.

Hacia el final de nuestro viaje, no recuerdo bien si fue el sector español o el mexicano, pero alguien propuso hacer una sesión. Juntarnos a hacer música, nuestra música. Temas originales de quien quisiera aportar, disfrutar y grabarlo, a ver que pasaba. Lo que pasó es que fue un día que aun recuerdo, maravilloso, lleno de todo eso por lo que soy músico. Comunicación, empatía, muy buen rollo, mucha música y generosidad. Y personalmente la sensación de que casi sin querer, de aquel encuentro surgió un bonito proyecto, casi una banda diría yo, que todavía no ha podido tocar.